Y yo estaba a punto de crecer y
de convertirme en una mujer. O lo era ya, acaso. Sentí las manos frías, en
medio del calor: “No, no, que esperen un poco más… un poco más”. Pero ¿quién
tenía que esperar? Era yo, sólo yo, la que me traicionaba a cada instante […]
Pensé: “¿Qué clase de monstruo soy ahora
[…] que ya no tengo mi niñez y no soy, de ninguna manera, una mujer?
(Ana María Matute: Primera memoria. Barcelona: Austral, 2010: p. 128)
Quería empezar este blog con una
autora que tuviera un significado especial para mí. No tiene nada que ver con
su reciente fallecimiento, ya que Ana María Matute ha estado siempre presente
en mi biblioteca. Aún no he tenido tiempo de hacerme con su novela póstuma e
incompleta, Demonios familiares, que
acaba de salir al mercado. Por eso recupero aquí uno de mis títulos favoritos
de esta autora imprescindible.
Primera memoria (Premio Nadal 1959) habla de la pérdida de la
inocencia, de la traición, del abandono definitivo de la infancia, del dolor de
crecer, de la soledad. Matia, la protagonista, es una chica rara, tal como denominó Carmen Martín-Gaite a ese grupo de jóvenes
rebeldes y solitarias que surgieron en la narrativa femenina de la posguerra para
socavar el modelo tradicional de mujer, proponiendo un nuevo tipo de identidad
femenina alejada de los estereotipos de la novela rosa.
Matia es una de esas jóvenes que
está dejando atrás su infancia. Huérfana de madre, abandonada por su padre y
alejada de su aya, la única persona que le ofreció cariño, el estallido de la
Guerra Civil la sorprende mientras pasa las vacaciones en casa de su severa abuela.
Junto a su primo Borja, rival y cómplice al mismo tiempo, Matia se adentrará en
el sórdido mundo de los adultos, cuya oscuridad se acentúa a causa de la guerra,
una guerra lejana (ellos se encuentran en una isla, presumiblemente Mallorca,
donde no hay batallas ni bombardeos) pero que lo invade todo.
A lo largo de la novela, la joven
descubre la muerte, el sexo, el odio y la traición, en un largo y tortuoso
camino que le lleva de forma inexorable al mundo adulto. Por más que se resista
y que recele de los mayores, Matia finalmente se unirá a ellos cometiendo su
primera traición con la que despide para siempre su inocencia.